Enfermo y desesperado
Enfermo y desesperado
Todos pasamos por momentos difíciles en nuestras vidas, algunas veces por razones económicas, otras por razones sociales, familiares o por causa de nuestra salud.
En cuestiones de salud todos nos enfermamos y padecemos dolores o malestares en algún momento. Quizás todos hemos estado postrados en una cama por dos o tres días o más esperando a recuperarnos y nuevamente regresar a nuestras labores cotidianas. Pero hay casos en los que la enfermedad no es asunto solo de algunos días sino enfermedades que afectan a la persona por largo tiempo y requieren un proceso extenso de recuperación y otros en los que a la persona le toca aprender a convivir con la enfermedad hasta fallecer porque ésta es terminal y le va consumiendo lentamente.
Nunca olvido el caso de una mujer, una hermana de iglesia a la que conocí y junto con su familia compartimos una buena amistad. La hermana gozaba de excelente salud y era una mujer trabajadora. Pero dentro de su organismo traía la herencia de una enfermedad, un tipo de cáncer y del cual habían fallecido varios familiares.
Recuerdo que la hermana enfermó y se hizo una serie de exámenes médicos pero estos no arrojaban luz para saber de que se trataban sus malestares, razón por la que se hicieron exámenes médicos más complejos, pero al poco tiempo se hizo necesario internarla y las cosas fueron empeorando en su salud.
La hermana había desarrollado un tipo de cáncer y su estado de salud no tenía solución médica. Cuando la visité en la clínica, a pesar de los aparatos y de su estado la vi llena de vida y entusiasmo, ella sabía que pronto iba a morir, sabía que iba a dejar a su esposo e hijos solos, pero por dentro se sentía en paz y segura.
Ella se había preparado para morir aguardando una bendita y feliz esperanza: la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.
Todos sabemos que un día vamos a morir y puede ser a cualquier hora y en cualquier lugar, pero otra cosa es saber que las horas están completamente contadas y que ya no hay más remedio por que pronto llegará la hora y pronto el cuerpo no responderá más por causa de la enfermedad.
Mi querido amigo y hermano, si te sientes enfermo, si estás desesperado por causa de tu salud y sabes que pronto te llegará el final y todos tus sueños y metas pronto terminaran entonces es la hora que también tengas esta misma esperanza y si vas a morir que sea en paz con Dios, con tus amigos y guardando la esperanza de la resurrección en la segunda venida.
Nadie conoce y siente el dolor ajeno como la misma persona que lo experimenta y sé que es difícil estar postrado en una cama, sé que es difícil cuando el organismo pronto no tendrá fuerzas para responder y que ya no se podrá salir y disfrutar con los familiares y amigos o vivir una vida normal como los demás, cuando hay lamentos y hay lagrimas que internamente van carcomiendo el corazón y se quisiera gritar “No, no puedo más” pero que no se hace para evitarle más dolor a la familia.
¿Cuántas veces te has sentido impotente? ¿Cuántas veces has clamado y sientes que nadie te ha escuchado? ¿Cuántas veces has lamentado porque sin duda has desperdiciado tu tiempo? Y ahora te sientes solo, vacío y sin nada.
Si has llegado a un momento desesperante y sientes que tu vida ha llegado al borde del límite y que cada día sientes que tu enfermedad te consume más y más y que pareciera que a nadie le importaras, entonces quiero decirte que eres valioso y que hay alguien a quien le importas y para quien eres realmente muy valioso y que piensa en ti. Ese alguien es Jesús.
No importa cuál sea tu estado de salud, tu eres valioso para Jesús. Solo basta leer su Santa Palabra para darse cuenta de cuán grande es su amor y cuanto estuvo dispuesto a hacer por ti.
He conocido personas que han sido sanadas por Jesús, gente que ha estado postrada en cama y que ha estado con pocas probabilidades de sanar, pero que teniendo fe y pidiéndole de todo corazón a Dios derramando su alma ante él han sido sanados y Dios ha obrado milagrosamente en ellos.
Otros han fallecido, pero lo han hecho tranquilos y en paz porque han muerto con la confianza puesta en Jesús de resucitar cuando el venga por segunda vez, porque aceptaron que se haga en sus vidas conforme a la voluntad de Dios.
Si te sientes triste y desesperado y sin más fuerzas para continuar es entonces la hora de mirar a Jesús, ya deja de sentirte agotado, deja de pensar que eres un peso para tu familia o de sentir el deseo de morirte lo antes posible porque si pones tu vida en las manos de Dios, Dios te puede dar la paz que tanto necesitas y podrás descansar en paz, pero si esa no es su voluntad entonces prepárate por que algo grande y maravilloso tiene Dios para tu vida.